PSC, la política en tiempo pasado
En la situación actual de Cataluña el federalismo y la reforma de la Constitución suenan a puro anacronismo
En política hay un error garrafal: equivocarse de tiempo. Hace diez años, plantear una vía federal, sustentada sobre una voluntad de pacto y regeneración del Estado, para mejorar el anclaje de Cataluña en España, podía tener sentido. Pasqual Maragall lo intentó. La crisis del Estatuto de 2006 cerró brutalmente ésta vía. Si entonces no fue posible, mucho menos ahora, en que las coordenadas del problema han cambiado por completo. En la Cataluña actual, la apelación al federalismo suena a música celestial.
A Pere Navarro le ha dado en los últimos tiempos por la grandilocuencia. “Este es un acuerdo histórico que pondrá nerviosos a los que quieren romper”, ha dicho sobre el documento socialista de Granada. Del autobombo al ridículo solo hay un paso que lo ha cruzado Maurici Lucena, al afirmar que el acuerdo “dará a Cataluña casi tanta autonomía como una Cataluña independiente”. El PSC se apunta a la retórica preformativa, pensando que repitiendo muchas veces y muy enfáticamente la misma fabulación la gente acabará creyéndosela. Para que esta técnica sea eficiente se necesita un caldo de cultivo, unas condiciones reales que permitan que la ciudadanía pueda ser sensible al mensaje. En la situación actual de Cataluña el federalismo y la reforma de la Constitución suenan a puro anacronismo.
En la situación actual de Cataluña el federalismo y la reforma de la Constitución suenan a puro anacronismo
La política catalana se articula hoy entorno a un eje definido por los partidarios del sí al derecho a decidir, es decir, de la reformulación total de la relación con España, y los partidarios del no. En este marco, un acuerdo, entre dos partidos hermanos a la baja, que ni siquiera reconoce el derecho a la consulta democrática territorial y que remite los temas conflictivos (ordinalidad, reconocimiento de la plurinacionalidad) a la infausta sentencia del Constitucional sobre el Estatuto, es una salida de pata de banco, una respuesta que hurga en el pasado por miedo al futuro.
El PSOE ha hecho una propuesta. En esto aventaja al PP, que sigue despreciando cualquier iniciativa que venga de Cataluña
El PSOE ha hecho una propuesta. En esto aventaja al PP, que sigue despreciando cualquier iniciativa que venga de Cataluña. Pero una vacua reforma constitucional es como un susurro. Más teniendo en cuenta que no hay reforma posible sin el PP y que en la propuesta socialista España sigue siendo lo único importante. Si el PSC quiere contribuir a la construcción del futuro postautonómico de Cataluña tiene un camino: convencer a sus socios y a los demás partidos españoles que el conflicto actual no se resuelve con unos pocos dineros y algunas competencias más, sino con un referéndum y una negociación política de fondo, para configurar un mapa nuevo, en función de lo que el voto de los ciudadanos decida. Seguir con fuegos artificiales de pólvora gastada sólo agrandará la irrelevancia del PSC.
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