Tuesday, January 08, 2008

"Dependencia o independencia de Cataluña"





Alfons López Tena es vocal del Consejo General del Poder Judicial.

Dependencia o independencia de Catalunya


ALFONS LÓPEZ TENA

Tras treinta años de democracia estable, sólidamente anclados en la
Unión Europea y el euro, impensables los golpes de Estado, integrados
en la globalización y prósperos, es hora de hacer balance sobre si le
conviene a Catalunya seguir en España.

Salvo efusiones líricas, amenazas gonadales y acusaciones de delirio
psiquiátrico (idénticas a las practicadas por la dictadura soviética),
no se oye en España argumento alguno que justifique la dependencia de
Catalunya. Los unionistas catalanes, salvo una cierta apelación a la
resignación y la rutina, tampoco razonan, incluso recurren
crecientemente al escarnio y la amenaza, aquí más próximos a los usos
de la dictadura maoísta.

Es normal esta afasia, que se intenta ocultar bajo abundantes
bramidos, pues el fundamento económico de la conveniencia de
pertenecer a España ha desaparecido. Ya no es el Estado español quien
tiene moneda y determina los tipos de cambio, los tipos de interés y
los aranceles de importación y exportación. Ya no hay mercado español,
lo ha absorbido el único europeo, y es Bruselas quien toma esas
decisiones y se abre a la globalización, con el resultado inevitable
de la disminución de la importancia relativa del antiguo mercado
protegido: hoy Catalunya vende al resto del Estado menos del 40% de su
producción, e importa de allí menos del 35%. A Catalunya la
dependencia ya no le es compensada por el acceso privilegiado al
mercado español, que además se ha convertido en arriesgado por ser el
único en que los productos catalanes son boicoteados por el hecho de
serlo (práctica del 21% de los madrileños, según ABC).

Sólo le queda a España un mecanismo de actuación económica, la
inversión pública, y los datos y hechos son elocuentes: tras décadas
de detraer cada año el 10% del PIB catalán sin invertir en Catalunya (
19.200 millones de euros el 2005), se desploman los servicios públicos
que gestiona España y llevan su E: RENFE, AENA, REE, ENDESA, etc. ¿Qué
reciben los catalanes a cambio del expolio fiscal? Ni siquiera la
transparencia, pues los balances fiscales, públicos en la Unión
Europea, Alemania o Reino Unido, los ocultan en España tanto los
gobiernos del PP como los del PSOE. ¿Qué esconden?

Tampoco a la hora de comprar empresas españolas es una ventaja estar
en España, pues la toma de control catalana es bloqueada de una u otra
manera, y contra ella se blande la Constitución y la xenofobia, que no
se invoca frente a OPAs alemanas o italianas.

Al expolio del Estado y la explotación monopolística de los servicios
públicos privatizados se añade la penuria de la Generalitat. Baste un
dato: tras treinta años de autonomía, y para 7,5 millones de
habitantes, el presupuesto catalán es de 32.000 millones de euros.
Tras ocho años de autonomía, y para 5 millones de habitantes, el
presupuesto escocés es de 46.000 millones de euros. Escocia en ocho
años ha conseguido el doble por habitante de lo conseguido por
Catalunya en treinta.

Mal negocio es hoy España para Catalunya: privada de política fiscal,
crónicamente objeto de desinversión pública, discriminada hasta en
tratados internacionales (esos que firma el Estado español prohibiendo
que utilicen el aeropuerto de Barcelona los aviones desde o hacia
Toronto, Miami, México, Bangkok, Kuala Lumpur, etc.), boicoteados sus
productos, rechazados sus compradores como extranjeros hostiles, ¿a
quién le interesa continuar la dependencia? ¿Alguien podría explicar
alguna ventaja comparativa de la dependencia respecto a la
independencia? (si puede ser, sin insultar).

El problema de Catalunya se llama España, que se dedica, mediante el
aparato del Estado que los catalanes pagan, a bloquear todos sus
proyectos: ni conexión ferroviaria del puerto con Europa, ni servicios
públicos que funcionen, ni inversiones en infraestructuras, ni TGV a
Europa, ni toma de control de empresas españolas, ni aeropuerto
intercontinental, ni nada de nada.


Ya están conseguidos los objetivos modernizadores comunes a catalanes
y españoles, España ya es democrática y europea, pero tan adversa a la
diversidad como siempre, no se concibe como plurinacional sino como
unitaria, y percibe a los 'diferentes' no como un activo a promover
sino como una molestia a eliminar. Proclama que Catalunya es España,
pero piensa y actúa que Catalunya es de España. Una posesión.


Intentamos de buena fe una corrección del expolio fiscal, el dominio
político y la discriminación económica y cultural. Tendimos la mano
para sólo recibir insultos, boicots y engaños, y un Estatuto que no se
aplica ni cumple, pues este Gobierno español, como los anteriores, no
tiene por qué cumplir la ley cuando afecta a Catalunya. No pasa nada,
ya lo avalarán como siempre los Tribunales Supremo y Constitucional,
que para eso los nombran el PP y el PSOE.

Se equivocan: bloqueada bajo España, maltratada en España, insultada
por España, harta de España, a Catalunya sólo le queda un camino: la
independencia.

España tiene mucho a ganar con un Estado catalán, perdería un miembro
descontento y problemático pero ganaría un buen vecino y amigo, y
podría superar los bloqueos que sufren las libertades y la democracia
por causa de una estructura institucional concebida y practicada para
asegurar el dominio de una mayoría nacional española sobre las
minorías nacionales. Como ya advirtió Burke, es ese dominio la causa
de las mayores corrupciones del orden constitucional.
Dijo Azaña que para mantener España unida había que bombardear
Barcelona cada cincuenta años, método que calificaba de bárbaro pero
efectivo. Los bombardeos ya no son posibles, y España no ha aprendido
en su lugar el método de ganar la adhesión cordial e interesada de los
catalanes. En el fondo, tanto da. Se ponga como se ponga, la
independencia de Catalunya es ineluctable e inevitable. Mene Tequel
Parsin. Ha empezado la cuenta atrás.

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